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Victoria Real: "en Europa aprendí una disciplina, eso cambió todo para mí"


Este jueves 23 de abril, Victoria Real se presentará en el Liverpool Bar para seguir girando su disco Música para sanar máquinas rotas. Su historia la llevó desde Córdoba a Europa, donde pasó largos años y, casi por casualidad, se cruzó con Robert Fripp, quien terminó siendo una especie de gurú que lo cambió a todo. De nuevo en las sierras, su sonido se modificó irreversiblemente y ahora sonará, una vez más, en tierras porteñas.


¿Cómo definirías tu sonido?


En general trato de evitar cualquier intelectualización con respecto a mi música, me cuesta ponerle etiquetas a las cosas que hago, pero si querés algo que te de una idea es un sonido que tiene bastante arpegio, muchas veces uso tiempos inusuales, bajos importantes y baterías electrónicas. La guitarra habla, tiene melodías protagonistas. Ahora también le estoy sumando sonidos de sintetizador electrónico.


¿Cómo es el proceso creativo de tus canciones?


Espero en quietud que la música me venga, lo tengo que sentir. Todos los días me siento a trabajar en soledad y sin interrupciones y trato de conectar con lo que es. Intento cuidar mucho mis oídos para darle cabida. Los cuido buscando mucho la quietud. Te aseguro que no es nada fácil inclusive viviendo adonde vivo en las sierras. Tengo un cuartito de 3x2 metros adelante de la casa, ese es mi refugio, ahí entro yo y mis herramientas de trabajo, un músico o alumno, un rato pero nada más. La inspiración me llega en soledad. Soy muy solitaria es una necesidad vital para mí.


¿Qué importancia tuvo Robert Fripp en tu formación musical y qué influencia encontrás en tu sonido?


Supongo que muchísima. Mi manera autodidacta de trabajar la aprendí por el. Digamos que pude encontrar mi manera pero que viene de la manera que él enseña con esa afinación y con esas variaciones y dinámicas. Tomé todo eso y le puse lo mío en un desarrollo de muchos años de introspección.


¿Cómo cambió tu forma de relacionarte con la música luego de tu estadía en Europa?


En Europa aprendí una disciplina, eso cambió todo para mí. Ahí descubrí que eso era lo mío, quién era o que era más parecido a mí. Fue fundamental alejarme del entorno donde me crié. Era muy infeliz, no encontraba dónde tenía que poner mi energía de manera que me diera satisfacción personal. Solté todo, me fui casi sin nada y después de dos años se me apareció. Yo tocaba y cantaba pero para mí, no sabía que eso podía ser un trabajo, que podía hacerlo seriamente y que podía estudiar para hacerlo cada vez mejor. La sola idea de pensarlo me alucinó. Me habían enseñado que el trabajo que eligiera tenía que ser cualquier otra cosa pero nunca la música o el arte. Eso era una realidad muy insoportable para mí porque no me llenaba la idea de tener una buena casa, un laburo bien pago, coche, familia e irme de vacaciones todos los veranos. Pensar en hacer esa vida me deprimía. No me importaba hacer dinero como sea para después disfrutar, quiero disfrutar cada momento de mi vida o si no, saber por qué hago lo que hago. Haber tenido el privilegio de conocer a Robert Fripp fue una suerte increíble que tuve. Antes tuve que viajar 14mil kilómetros y soportar dos años en una ciudad muy difícil, sola, donde no hablaban ningún idioma que supiera pero al final llegó algo que cambio todo. Yo no sabía quién era Fripp, caí ahí por el destino. Allí recibí mi formación, participando de casi todos los seminarios durante 7 años seguidos, proyectos de performance, convivir en comunidad, pulir los egos.





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