El rugido del León Benavente
En la noche del martes 22 de noviembre se presentó por primera vez en Argentina la banda española León Benavente y el show va ser recordado por años por cada uno de los que asistieron a Niceto Club lado B. Así como pasó con los primeros recitales de Sumo o con la primera visita de Mano Negra, esa noche está destinada a alimentar una leyenda que, de no ocurrir nada extraño, seguramente seguirá su camino natural: León Benavente en cada visita será cada vez más grande.
La banda vino a presentar su segundo disco, “2”, luego de girar por toda España. El comienzo del show no pudo ser más efectivo. “Tipo D”, segundo tema del disco, empezó a mostrar algunas cartas, pero no todas. Porque la banda española puede pasar de forma natural del synth pop a un rock de guitarras punzantes, pero siempre dejando entrever intensidad y densidad en todas y cada una de sus canciones. Tan así es que a la hora de elegir una que se destaque sobre el resto no es nada sencillo por el notable nivel de paridad que mostró la lista de temas.
Abraham Boba es un frontman como pocos, que se da tiempo, además, para dar estiletazos sonoros desde su teclado o de su guitarra. Luis Rodríguez es un guitarrista personal y es esencial al sonido del grupo y la base conformada por César Verdú en bajo y Eduardo Baos es capaz de derribar cualquier muro. Pero hay algo más: la conexión entre ellos es impecable, se nota a simple vista.
Todos ellos además son músicos de Nacho Vegas, pero (acá una de sus grandes virtudes) lo que producen nada tiene que ver con lo que hacen con el notable cantautor. Las letras, aunque por momentos muestren un localismo con constantes referencias a la realidad española, son universales y denotan un nivel de crítica social que parece haber perdido el rock de hoy. Para muestra sobra un botón: en El pasado errante dicen: “El pasado un asco y el futuro una premonición”.
A mitad del show llegó Gloria, en la que queda clara, una vez más, la postura del grupo: “Tengo la cara que me merezco, tengo el país que me merezco”. Desde allí la potencia e intensidad alcanza niveles notables que fueron creciendo en un espiral incontenible hasta el final. Todo fue un flash temporal, algo más de una hora que terminó con Abraham saltando y cantando entre el público.
La banda prometió volver y si bien la distancia entre Argentina y España es mucho más grande que los 70 km que separan a las dos ciudades que dan origen al nombre de la banda León (y) Benavente, ellos ya han plantado bandera. Y flamea bien alta.