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The Funkass en vivo: groove y canciones


La rutina del comienzo fue la habitual en cualquier banda: se apaga la música que ameniza el ambiente, cuatro hombres de negro suben al escenario, se calzan los instrumentos y, sin más, aparece la música. Pero la monocromía de sus looks oscuros no refleja su sonido: The Funkass propone una variada paleta de colores y de estilos.


Ya desde el principio, Pretendes, uno de los tracks registrados en su primer EP, explica las reglas del juego: hoy sonará funk, sí, pero también algo de jazz y rock (progresivo y no tanto), con la brújula bien calibrada en el norte fundamental de la banda: el Groove. Pero más superficialmente hay algo que emerge: el formato canción.


A partir de allí, los sucesivos tracks fueron ampliando la policromía ya sugerida. De vez en cuando, un alto en el camino hace recordar que este, el show en el Mamerta Cultural, es el último concierto del guitarrista Juan Caldas, que próximamente tocará la guitarra por seis meses en un crucero. Aplausos, merecidos. No podía ser de otra manera: recurrentemente los tracks fluyen a momentos de lucimiento del futuro marinero. Pero incluso allí aparece otra característica de The Funkass: la banda está por sobre el lucimiento personal, que ya de por sí es importante, pero podría serlo aún más. Porque, de nuevo, el formato canción activa su imán y allí, sin necesidad de grandes demostraciones virtuosas, los músicos ganan.


Actualmente, se encuentran en proceso de grabación de lo que será su primer disco, Armonía. Y el nombre no podría ser más preciso. Pero entre tema y tema, un stop: “una canción del universal Luis Alberto Spinetta” anuncia Quique Franco, bajista, y remata: “espero que donde esté no nos esté escuchando”. Todas las hojas son del viento, en su versión paciente y acompasada, no debió significar ninguna vergüenza para Luis Alberto aunque, claro, resulta imposible saberlo; se lo echó antes de tiempo.


Luego de un pequeño intervalo, el cuarteto liderado por Gabe Sanper en voces, Juan Cañas, Elías Rojas en batería y Quique Franco retornó al escenario, para regalar un puñado de canciones y, por qué no, un cover de Superstition de Stevie Wonder, que significó postre de la tertulia. Lo dicho: el show funcionó como despedida de un guitarrista que pronto se convertirá en marinero, pero fue también una performance con vuelo y elegancia propia. En algún momento del concierto, luego de pedir un aplauso para Cañas, Quique Franco prometió: “va a volver, porque siempre vuelve”. El deseo está y la necesidad también: The Funkass propone un sonido fresco con ingredientes clásicos. Y sería bueno que siga ocurriendo.

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