Review: Easy (2016)
Mientras el futuro cercano del mundo televisivo se disputa entre la embarcación con destino a Poniente por parte de Daenerys Targaryen y su Khalasar, el gigantesco hype alrededor de Westworld y una nueva muerte en manos de Negan, el apocalipsis personificado dentro de The Walking Dead, arriba sin bombos ni platillos Easy, la nueva cosecha de Netflix.
El director Jow Swanberg (Drinking Buddies y V/H/S) apostó por el retrato del día a día de la gente, con las decisiones que toman y dejan de tomar y el carácter rutinario como punto de partida. Allí, precisamente, radica su belleza. Easy no va a cambiarle la cabeza a nadie ni mucho menos se convertirá en un hito, sin embargo en cada uno de los 8 episodios –8 historias diferentes– deslizará ciertas actitudes y acciones para analizar, bisturí en mano, una y otra vez.
Jeff (Dave Franco) se reencuentra con su hermano Matt (Evan Jonigkeit) y deciden fabricar clandestinamente cerveza en el garaje. En primera instancia, todo marcha viento en popa, hasta que Matt decide no incluir a su pareja en la ecuación; un escritor en decadencia está terminando de escribir un nuevo libro, cuando una selfie cambia su vida por completo; Tom (Orlando Bloom), un preparador físico, descubre Tinder casi al mismo tiempo que su esposa (Malin Akerman) y deciden hacer un trío; un padre de familia desempleado hace las veces de amo de casa y no consigue mantener una erección con su mujer. Y la lista continúa.
El sexo, la tecnología, la libertad o la rutina son algunos de los tópicos que trata este nuevo esfuerzo del gigante de streaming. Comprometida en mantener un concepto cotidiano, el halo más brillante de Easy recae en cómo reacciona esta gente –gente como vos, tus padres, amigos y vecinos– frente a distintas disyuntivas que se les presentan. Así, sin muchos sobresaltos, Easy irá al trote lento desarticulando las distintas aristas de los personajes con el fin de retratar la época donde vivimos.