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Review: The Get Down (Parte 1 – 2016)


Durante gran parte de la década de los ’70 la música disco sonaba en cada boliche de toda gran ciudad. El boom causado fue tal que la demanda se incrementó en grandes niveles forzando, en consecuencia, una producción homogeneizada, sin los elementos necesarios para lograr un buen producto final. Frente a todo escenario hostil, la música emerge y se expande al igual que la naturaleza, escabulléndose y ramificándose a cada paso. “Algo tiene que morir para que algo nuevo pueda vivir”, suelta Ezekiel (Justice Smith), nuestro protagonista, luego de una discusión con su troupe.


El Hip Hop nació debido a una necesidad urgente de expresarse, de decir algo. Es así como cuatro elementos se mezclaron dándole vida a un nuevo movimiento social: el Rap, los Graffitis, el Breaking y, por último, el DJing. Las cuatro betas: la oral, la visual, la física y la musical se aunaron para conglomerar el Hip Hop.


El Bronx era una zona de guerra. Los inmuebles sufrieron una caída estrepitosa de precios y los propietarios, ante la falta de capital, contrataron a pirómanos para que quemasen sus viviendas y así cobrarán el seguro correspondiente. En ese marco, precisamente durante el verano de 1977, el más caluroso en la historia de Nueva York, varios grupos de jóvenes afroamericanos y latinos comenzaban a trazar los inicios de una subcultura sin siquiera saberlo concretamente.


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Como es costumbre dentro del haber de Baz Luhrmann (Moulin Rouge; The Great Gatsby), creador, guionista y productor de The Get Down, hay una historia de amor llevada al extremo de la cursilería. Él es Ezekiel y ella es Mylene (Herizen Guardiola). Ambos tienen un talento innato por la música. No obstante, aquí los caminos se bifurcan, por un lado Ezekiel quiere que la vida en el Bronx mejore, mientras que Mylene desea escapar a como dé lugar de allí. Él utiliza la música como un canal de comunicación, haciendo las veces de MC (maestro de ceremonias), el encargado de la prosa (la beta oral) dentro de las fiestas. Ella, en cambio, anhela ser la próxima estrella disco y migrar hacia la gran urbe.


Pero Ezekiel no está solo. Más allá de la empalagosa trifulca de amor, convive con sus amigos y se autodenominan los Fantastic Four Plus One, devenidos, posteriormente, en los The Get Down. Ra-Ra y Boo-Boo son el motor breaking (la beta física) y animan las fiestas con sus pasos; Dizzee, a.k.a. Rumi 411, es un maestro del Graffiti (la beta visual) y, junto a Shaolin Fantastic detrás de los vinilos (la beta musical), conforman una crew contundente, lista para salir a las pistas. Shaolin, por su parte, interpreta en forma de homenaje a uno de los discípulos de Grandmaster Flash, el mítico DJ pionero en las técnicas de scratching y backspin. En efecto, éste se sumó como asesor en la serie.


Con el presupuesto más alto en la historia de Netflix, Luhrmann tuvo a su disposición 120 millones de dólares, distribuidos en 12 episodios (la segunda parte de la serie llegará a las bateas digitales del gigante de streaming en 2017). El director logró crear un producto que, si bien tiene un anclaje exclusivo de nicho, consigue despertar curiosidad y pasión por igual en el espectador promedio.


Finalmente, The Get Down dispara un interrogante que ya se ha prestado a un tendido debate: ¿es la música el canal más rápido de comunicación? La gente del Bronx, del guetto, se comunicó a través de ella y de la prosa de los MC’s. Entre interminables saqueos, asesinatos y un estilo de vida paupérrimo, los jóvenes se manifestaron y dijeron presente: “aquí estamos, hemos venido a cambiar el juego”.

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