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Negocios de familia


TNT presentó esta semana su nueva serie Animal Kindom basada en… Animal Kingdom, película australiana del 2010.


La historia se centra en Josh, un adolescente cuya madre muere de una sobredosis y termina yéndose a vivir con su abuela, a quien no ve hace más de 10 años. Ahí se reencuentra con sus 4 tíos, y poco a poco se irá metiendo en el negocio familiar: el robo.


Empecemos con la película: si esperan un relato cargado de tiros, persecuciones y muertes...vayan a ver otra cosa. Animal Kingdom es un drama donde si se disparan 8 tiros, es mucho, y solo recuerdo una corrida. El enfoque está puesto en J, que está prácticamente resignado a su suerte y empieza a participar del negocio familiar con la misma falta de expresividad con la que se sienta a comer con la familia de su novia. Uno de los estereotipos adolescentes. El film usa por momentos la voz interior del protagonista, sin llegar a cansar al espectador, y si bien tiene un ritmo pausado, lejos de la vertiginosidad a la que otras películas sobre robos nos tienen acostumbrados, en todo momento va añadiendo los condimentos necesarios para aumentar la tensión y llegar al justificado desenlace.


Ese andar lento pero seguro es uno de los aciertos del film, el otro son las actuaciones. J pasa de ser un joven abúlico a uno mucho más resuelto: debe decidir, elegir y actuar, y no quedar a la espera de lo que la familia quiera hacer con él. Smurf, su abuela, se presenta primero como una adorable señora sobreprotectora; si a pesar de estar metido entre ladrones y traficantes drogadictos, J siente algún tipo de contención y seguridad, es gracias a Smurf; pero nada es lo que parece y su querida abuela no duda un segundo en eliminar a quién sea que se interponga entre ella y sus hijos. El otro personaje interesante es Pope, el tío perseguido por la policía. Es interesante porque es psicópata, de esos que no se ven como tales a primera vista, y que tal vez por eso mismo sean los peores, frío y calculador. Su sola presencia, puede alterar la dinámica de la casa, es el peso que va hundiendo a la familia.


Ahora vamos con la serie. Si lo interesante de la película era el desarrollo de los personajes, la sutileza y los climas que van instaurando... la serie deja todo de lado, gritando “HAGÁMOSLO OBVIO”. Si en la original, se apreciaba que la familia vivía bien – se veía un lindo barrio, una linda casa – acá la familia es un derroche constante: autos nuevos y lujosos, joyas, una casa grande, con pileta, fiestas y alcohol – que un poco recuerda a The O.C. con sus niños ricos, el surf y las pieles bronceadas –.


Si bien el punto de vista principal está en J, la narración va enfocándose en cada personaje para lograr su construcción. Al ser una serie, cabe suponer que el guión tendrá más tiempo para el desarrollo de cada personaje y del conflicto, pero lo cierto es que cae en los estereotipos y se percibe la necesidad de mostrar mucho, ser muy explícitos desde el primer capítulo. Todo pasa mucho más rápido: en su primer día tras la muerte de su madre, ya organizan una fiesta en la pileta, y J, el niño bueno y aplicado, apunta a alguien con un arma por primera vez. En su segundo día, ya participa de un robo. J es rápidamente sacado de su mundo para meterse en otro, no mucho mejor, pero sí con otras reglas del juego; y si bien se debate entre lo correcto y lo que tiene que hacer para sobrevivir, entre el rechazo y aceptación de los miembros de su familia, esta lucha del personaje no compensa las otras pérdidas. Por ejemplo, la del personaje de Pope. Con sus silencios, su mirada, sus actitudes violentas, en ningún momento resulta agradable para ninguno de la familia, ni siquiera para su madre, que desde lamenta su regreso. Es casi una caricatura del Pope australiano. El otro personaje que tiene un cambio drástico, es el de Smurf. Se presenta mediante su ropa: zapatos de taco fucsias, jean ajustado y remera escotada. Smurf es una abuela joven, segura de sí misma. Su primera acción es recuperar la remera que su difunta hija le sacó 10 años atrás, luego la vemos organizando el próximo trabajo con sus hijos; no le interesa engañar a J, ni a nadie, sobre su rol en la familia: es la líder. Es de esperar que se convierta en el personaje más atrapante para el espectador, aunque más no sea para ver hasta dónde está dispuesta a llegar para salvar a su familia.


Es una lástima que hayan optado por acelerar la narración, por caer en tantos lugares comunes y por no darle tiempo al espectador para descubrir a cada uno de los personajes. Habrá que ver si solo lo hicieron así para atrapar a la audiencia desde el piloto, o si toda la serie continúa en este camino, solo añadiendo complicaciones producto del robo mal logrado. De ser así, dejen de verla y vayan por la Animal Kingdom original.

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