El Super Pibe

Cuando Charles Darwin escribió su teoría de la evolución en El Orígen de las Especies, indudablemente no estaba pensando en el rock (quizás porque no había sido inventado), mucho menos en el folk y menos que menos en el folk después del folk. Cuando Jake Bugg empezó a escribir sus primeras canciones, indudablemente tampoco pensaba en la teoría de la evolución. Pero se la encajaron de sopetón.

En 2012, fuera de toda profecía Maya, en el Reino Unido apareció un flequillo, un corte casquito. El portador: un pibe con cara de bueno, que toca la guitarra más o menos bien, que canta más o menos bien y que hace canciones más que más o menos lindas. ¡El nuevo Dylan! Se atrevió a gritar un insolente. Pero no estaba tan equivocado: el aroma del norteamericano perfuma sus canciones. Pero no más que eso.

En 2013, Rick Rubin, el esteta de la mugre, lo capturó y lo llevó hacia el lugar que a él más le gusta: palabras apuradas y el led de la distorsión encendido. La trasformación, sin embargo, no fue total.

Ahora, al pibe Bugg se le arrugó un poco la cara y empezó a jugar con beats electrónicos. Gimme The Love, el anticipo de su nueva placa llamada On My One, es una muestra de eso: una evolución al sonido moderno con algo de rap y la marca ansiosa del bombo electrificado. Porque sólo el más apto sobrevivirá a la avanzada de la electrónica. Y Jake Bugg no quiere ser otra especie que quedó en el camino.

Artículo publicado originalmente en la edición de mayo de Revista Spoiler.