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“Una novela tiene que tener una carga de profundidad escondida”

Una mañana, en el comienzo del otoño, hablamos con Manel  Loureiro en el barrio de Recoleta. El escritor gallego pasó de forma fugaz por Buenos Aires, para hablar de Fulgor, su nueva novela, y lo que dijo tiene valor de permanencia. 

¿Cómo es que se te ocurrió hacer una historia como Fulgor, sobre un tema difícil de entender, un mundo paranormal, en el que hablás, entre otras cosas, del aura?


Es cierto que se tocan temas que no somos realmente capaces de entender, pero que no seamos capaces de comprender algo no significa que eso no existe. Me explico: hace 150 años le decías a una persona que puedes ver los huesos dentro de su mano sin tener que abrirla, y te diría que eso es una locura. Hoy son los rayos x. El hecho que no podamos percibir campos de energía hoy -yo no sé si existen o no, soy siempre muy escéptico con este tipo de historias- no significa que no están. De hecho hay muchísima literatura al respecto. Fulgor lo único que hace es explorar eso, qué es lo que pasaría si eso realmente existiera, qué pasaría si hay alguien que tiene la capacidad y el don de poder verlo.


De la novela me llamó la atención el planteo sobre el bien y el mal, ¿cómo es eso?


Todos tenemos líneas rojas a nuestro alrededor que la cultura, las leyes o la religión no nos permiten cruzar. Pero a veces esa línea roja se desdibuja. Todos nos movemos en una línea fina y difusa que une el bien absoluto y el mal absoluto, eres tu con tus propios actos el que decide. Este concepto tan maniqueo que tenía Tolkien, que los buenos son prístinos y puros y los malos son malos porque necesitan ver el mundo destruirse, no es real. Hasta el tipo más malvado tiene justificación para estos actos. Una novela tiene que ser una peripecia y una aventura  y tiene que removerte, pero tiene que tener algo más, una carga de profundidad escondida.


Uno de los personajes, Logan Dawson, sobre el final de la novela dice que la batalla para el bien está perdida hace siglos, ¿vos creés eso también?


Es complicado, dicen que en las situaciones extremas como guerras siempre hacen surgir la auténtica naturaleza de los seres humanos. Por cada ángel que aparece, hay 10 hijos de puta y eso es una tónica que se reitera una y otra vez. Me gustaba plantear una situación de “llegamos tarde a la batalla”. Así como la naturaleza humana es conflictiva, tenemos un impulso innegable, puro, de hacer crecer a todos juntos, de bondad,  en definitiva. La bondad tiene una ventaja sobre la maldad. Con unas gotas de bondad puedes hacer que se disuelva un litro de maldad y ahí es donde se equilibra.


¿Siempre se está trabajando como escritor?


Si tú eres creativo, en el momento que no estás haciendo cosas tienes un problema.

La profesión de escritor es la profesión perfecta para un tipo bipolar, te pasas meses de tu vida encerrado escribiendo,  eres Jack Torrance en el Resplandor, y de repente te pasas los seis meses siguientes yendo a todas partes hablando con todo el mundo y tratas de convencerlos de dos cosas: que lo que has hecho merece la pena y que no te has vuelto loco en el camino.


Artículo publicado originalmente en la edición de mayo de Revista Spoiler.

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