Review: Preacher, season premiere
En el espacio, un meteorito se desplaza a toda velocidad con rumbo fijado en África. En la Tierra, precisamente en algún lugar de ese continente en los confines del mundo, un cura africano con aires de profeta le habla a un reducido grupo de creyentes sobre Dios y El Elegido. Acto seguido: el meteorito irrumpe en la pequeña iglesia y lo atraviesa. Lógicamente, él explota. Por suerte para todos, no se trata del protagonista.
Basada en el comic homónimo de culto escrito entre 1995 y 2000 por Garth Ennis, Preacher desembarca en la pantalla chica de la mano de Evan Goldberg, Sam Catlin y el bueno de Seth Rogen.
A priori, el plot con el que se presenta esta nueva apuesta de AMC es cautivador. Un predicador texano (Jesse Custer, interpretado por Dominc Cooper) descubre que Dios ha dejado el cielo y abandonado sus funciones. Así, entonces, él se convierte en la única persona capaz de rastrearlo y emprende una epopeya junto a Tulip O’Hare (Ruth Negga) y Cassidy (Joseph Gilgun), dos vampiros. Así es, vampiros.
Contextualizado en Annville, Texas, Jesse Custer se transformó en el predicador del pequeño pueblo y trata de dejar su oscuro pasado atrás. Con constantes visiones en blanco y negro de la ejecución de su padre (¿cuántos capítulos tardarán en mechar Son of a Preacher Man, track de Dusty Springfield?) y siempre manteniendo una cuota de humildad, intenta ayudar a la gente en lo que puede, pero es como si a donde vaya lo siguiera una fuerza negativa. Por otro lado, entre whiskies y cigarrillos, lo sobrenatural comienza a sobresalir y provoca un quiebre en la vida del predicador. Todo este bagaje evoca un matiz fantástico que engancha desde el comienzo del piloto.
Preacher, al igual que series como Ash vs. Evil Dead y Banshee, busca una fórmula tripartita que ha dado óptimos resultados en los últimos tiempos de la televisión: destacadas escenas de acción, un humor ácido y, en mayor o menor medida, el punto justo de gore.