McCartney: entre yesterday y hoy
“Hay que ir a verlo, no sabés si después vas a tener otra chance” es la consigna a la hora de sacar entradas para un recital de los dinosaurios del rock: esos músicos que tienen mucho peso por su nombre y su gran trayectoria. El 19 de mayo, en La Plata (al igual que el 17 en el mismo lugar, y el 15 en Córdoba), Argentina tuvo la posibilidad de ver a uno de estos grandes: nada más y nada menos que Paul “uno de los Beatles vivos” McCartney y su One on One tour.
Es difícil explicar lo que pasó en el Estadio Único durante las casi tres horas de recital que le regaló Sir Paul a la audiencia. Para entender el poder que tiene McCartney sobre su público, se puede ir a un caso puntual directamente: “Blackbird”. ¿A quién se le ocurre que esta canción, que no tiene más que una guitarra acústica y una voz, pueda ser de estadio? A nadie. El ex beatle es como un domador de circo, pero en vez de un león tiene 50.000 espectadores: hipnotiza con el suave sonido de su voz y esos acordes tan reconocibles, y convierte a “Blackbird” en un himno más que adecuado para el momento. Lo mismo pasó con “Here, There And Everywhere” o “Here Today” (el homenaje obligado a John Lennon).
Y así como de repente están todos calmados, también de la nada están todos saltando y coreando, porque ¿quién no conoce por lo menos un tema de The Beatles o Wings? Acompañado por su gran banda (Paul Wickens en teclados, Brian Ray en bajo y guitarra, Abe Laboriel Jr. en batería y Rusty Anderson también en guitarra), McCartney abarca clásicos como “We Can Work It Out”, “Something” (precioso tributo a George Harrison) o “Band On The Run”, hasta cosas nuevas como “FourFiveSeconds” (la versión original la cantan Rihanna y Kanye West y es paupérrima, pero McCartney la convierte en un lindísimo tema apto para la cancha, con la letra en la pantalla para que nadie se pierda) o “Queenie Eye”. El Sir lo dijo: “Va a haber canciones viejas, canciones nuevas y algunas en el medio”. Ver a Paul McCartney es como subirse al DeLorean y arrancar en los 60’ para llegar al 2016.
¿Que la historia de los tres conejos ya la contó en el 2010? Sí. ¿Qué es innecesario que unas muchachas se suban en el medio de los bises al escenario para que les firme el cuerpo? Sí. ¿Que le falta un poco de espontaneidad a la hora de sacar su costado más showman? Sí. Pero después arranca “Live And Let Die” enganchada a “Hey Jude” y la piel de gallina hace que los problemas desaparezcan.
El cierre a cargo de “Golden Slumbers”, “Carry That Weight” y “The End” es onírico. Hace que el espectador se pregunte si los 38 temas que pasaron fueron algo real o algo soñado, y la respuesta está en el medio. Los clásicos son clásicos por algo, y Paul McCartney demostró, una vez más, por qué su banda fue la que cambió el rumbo de todo. 73 años, varias bandas, muchos discos y más fuerza que cualquier otro: aprendan, jóvenes.