BAFICI 18°: Junun, de Paul Thomas Anderson
20 años pasaron desde el debut cinematográfico de Paul Thomas Anderson. Boogie Nights (1997), el segundo opus del norteamericano, comenzaba su metraje con un extenso plano secuencia, demostrando que no era uno más del montón, sino que tenía grandes planes y aspiraciones. En contrapartida, hoy, con una carrera más que envidiable en el lomo, Junun (2015) funciona en plan pequeño documental filmado con cámara en mano.
Aquí no hay steadycam, ni ningún travelling, hay un Paul Thomas Anderson despojado, sumergido en un hábitat que no le es familiar, pero donde se mimetiza fácilmente, logrando un concepto natural y espontáneo.
El director nuevamente aunó fuerzas junto a Jonny Greenwood, uno de los cerebros detrás de Radiohead, y viajaron a Rejashtan, India, para grabar un disco con músicos de la región. El CV del tándem ya tiene un par de proyectos por los que regodearse: There Will Be Blood (2007) y The Master (2012), ambas reconocidas obras maestras del cine moderno.
Dentro de una recamara de la fortaleza de Megrangarh, la banda creó un estudio donde se instalaron durante tres semanas. Allí concibieron Junun, álbum solista de Greenwood, que naturalmente devino en el documental. Casi todo sucede dentro, pero Anderson se las ingenió para grabar un par de pasajes extra y desprenderse unos minutos del costado musical de la pieza: primero recorriendo la ciudad gracias a que el trompetista Aamir Bhiyani notó que uno de los órganos estaba desafinado y lo llevó a reparar; luego, en la cima de la fortaleza, se ve a un tipo dándole de comer a un grupo de aves (aquí logra un plano formidable desde el cielo a través de un drone).
Es remarcable la profesionalidad de todos los partícipes, donde cada detalle cala profundo, especialmente por parte del enorme Greenwood, de Nigel Godrich y el israelí Shye Ben-Tzur, sumado los The Rajasthan Express, el colectivo de músicos locales, que le otorga una impronta singular. Junun resulta una pieza audiovisual exquisita.