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Review: The Walking Dead, segunda mitad de la temporada 6


“How many walkers have you killed? How many people have you killed? Why?”. Estas son las tres preguntas que Rick Grimes viene haciendo a las personas que su grupo se cruza, para así esclarecer sus intenciones y poner a salvo a los suyos. El código dio resultado en más de una ocasión, y ciertos outsiders pudieron sumarse al conglomerado, sin embargo, durante la segunda mitad de la última temporada, que va desde el capítulo 9 al 16, tan solo hizo las preguntas una vez, y hasta se trabó.


El pretendiente fue Jesus, de Hilltop, una comunidad que sigue con vida debido al arreglo 50/50 con Los Salvadores, un grupo dictatorial en ascenso liderado por el misterioso Negan, el próximo gran malo de la serie. Rick y Darryl habían salido de Alexandria en busca de provisiones, cuando se cruzaron con este excéntrico personaje. A la hora del interrogatorio, el ex sheriff estaba por completar la segunda pregunta del código, cuando Jesus, descolocándolo plenamente, sale corriendo.


The Walking Dead dejó de ser “una de zombies”, cruzó esa barrera hace mucho tiempo. Ya no se trata sólo de subsistir, sino de subsistir matando. En el transcurso de la 6° temporada, la famosa ley del más apto se hace eco de todo lo que vendrá. El código ético y moral de Rick perdió sentido, no sirve hacer ninguna de las tres preguntas. Los suyos son los que están y, a no ser por alguna sociedad en particular o un caso extraordinario, no sé pueden formar más lazos. No cuando Negan domina la totalidad del juego y las reglas cambiaron.


Así y todo, el costado más humano florece en muchos de los personajes, que vuelven a caer en la disputa sobre qué está bien y qué está mal, sobre todo Morgan y Carol. Si bien el grueso del grupo está preparado para matar –a veces, incluso, demasiado preparados para que sea verosímil-, nadie se puede sentir a gusto con quitarle la vida a otro ser humano, por más que éste lo haya intentado previamente.


Lo humano, en definitiva, se vuelve el factor más determinante de The Walking Dead. No se cierra en las acciones de violencia, en la toma de decisiones, sino que expande el espectro y prioriza la mutación de personajes, en sus dudas. Morgan, por un lado, es partidario de una política correcta pero al mismo tiempo irreproducible: se niega a matar, ubicado en una era de apocalipsis avanzado. Carol, en contrapartida, se cansó de matar. Pasó de ser una ama de casa y madre de familia, a Rambo, y ahora está arrepentida.


***

A partir de aquí, spoilers:


Los Salvadores son la nueva pieza del rompecabezas. El nombre de Negan comienza a difundirse en cada rincón donde pisan. Rick, luego de hacer contacto con la gente de Hilltop a través de Jesus, organiza un plan al mejor estilo special-ops y se mete con su grupo en la supuesta base de Los Salvadores, donde arrasan con todos, incluso matando a gente mientras dormía. Desde ya que ese era sólo uno de los tantos reductos que utilizaban y que, naturalmente, Negan no estaba allí. En ese punto, comienza a gravitar una suerte de aura mística a su alrededor, seguido de nuevos interrogantes: ¿cuántos son? ¿Dónde se esconden?, y primordialmente, ¿quién es?


El season finale responde con creces todas las incertidumbres. Son muchos, en efecto son el grupo más grande desde que comenzó la serie. La idea del capítulo es llevar a Maggie a Hilltop ya que Alexandria se quedó sin doctora (Q.E.P.D. ingenua Denise), pero en cada ruta que deciden tomar, hay un grupo de Salvadores esperándolos. No sé esconden, simplemente porque no lo necesitan. Finalmente, luego de vagar por las rutas durante toda una tarde, ya con poca nafta, cambian de plan e intentan maniobrar a pie. No salió bien en absoluto y sufren una emboscada. Allí, Negan deja de ser un personaje omnipresente para dar la cara por primera vez.


Frente a él y Lucille (su bate de béisbol con alambre de púas), están arrodillados Rick, Darryl, Michonne, Carl, Abraham, Glenn, Maggie, Sasha, Aaron, Eugene y Rosita. “¿Ya se mearon los pantalones?”, pregunta en un tono soberbio que roza lo terrorífico. Uno tiene que morir. Uno murió, pero los buenos de AMC decidieron no develar el misterio, brindando un cliffhanger de dimensiones colosales.


La ejecución no fue ipso facto, sino que Negan dilató el momento con un discurso espectacular que superó toda clase de expectativas. No obstante, se pueden quitar algunos nombres de la nómina. No fue ni Rick ni Carl, ya que asegura: “si alguno se mueve, le arranco el otro ojo al niño y se lo doy de comer al padre”. Tampoco Michonne, Maggie, Sasha o Rosita, ya que no mata mujeres –aunque es una característica del comic de Kirkman, y ya es moneda corriente que en la pantalla chica cambien estas cuestiones-. Sería una falta de respeto que la víctima fatal sea Eugene o Aaron, aunque el primero se ganó los corazones de varios con sus últimas participaciones. Tiene que ser uno de los grosos, por lo que quedarían Darryl, Abraham y Glenn.


La decisión de no mostrar quién muere puede molestar, pero lo cierto es que The Waking Dead cuenta con un fandom más que solvente y fiel, por lo que hay que entender que el suspenso es pura y exclusivamente para enarbolar horas y horas de debate y, por supuesto, aumentar el hype de aquí a octubre, cuando regresen con una nueva temporada.

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