Review: La Historia Oficial- Reestreno
- Julián Figueras
- 23 mar 2016
- 2 Min. de lectura

Mañana, 24 de marzo, se re-estrenará La Historia Oficial. Y una gran película, merece una gran ceremonia. Para la gala estuvieron presentes entre otros; Patricio Contreras, la gran Norma Aleandro, el director de fotografía, Felix Monti, incluso una ya crecida Analia Castro; es decir la niñita y co-protagonista del film, y desde luego el director, Luis Puenzo, quien se encargó de hablar de lo que significaba la restauración de la cinta.
Puenzo le comento a la prensa reunida esa mañana, que había sido en México donde nació esa idea, invitado a presenciar su propio film en conmemoración a los treinta años de su estreno. La directora de la Cinemateca; lugar en donde se exhibió la película, le entregó de regalo a Puenzo una medalla hecha del nitrato de plata que rescataban de las películas restauradas en ese establecimiento. Por otra parte el director también pensó que la última vez que había visto la película (allí en México), fue a través del fílmico. Ambas apreciaciones hicieron, desde luego, que Puenzo decidiese restaurar la película. “Como las personas, las películas también se mueren”, remató en la conferencia de prensa. La restauración sería digital.
Claro que el propósito de Puenzo no fue únicamente el de rescatar de la muerte a la cinta; sino que también había otro cometido. Se puede observar una fina ironía en la Historia Oficial respecto de lo que implica enseñar historia (como materia). Alicia, la protagonista, es docente de dicha asignatura, y nada más y nada menos que de secundaria, lo que supone que como profesora tiene el deber de instruirle pura y exclusivamente a alumnos jóvenes. Pero pareciera que de una manera informal, los alumnos, durante el transcurso de la película le enseñasen a la profesora, otra manera de encarar a la historia, y no desde una única convección. No es el tema principal del film desde luego, pero está muy presente.
No queda duda que en ese entonces; durante y después de la última dictadura militar, hubo un sector de la juventud comprometida, con la conciencia abierta, colectiva, social, militante. Pero pareciera ilógico que absolutamente todo un grupo de alumnos de una clase (como los que se ven en la película) tome total conciencia respecto a lo que recientemente había sufrido la Argentina. Por ende, lo que se puede entrever en esta película no es necesariamente una reproducción fiel de la juventud de ese entonces vista desde el ojo de Puenzo, sino un ideal de lo que debería ser esa juventud y el rol por ocupar en esa nueva etapa de nuestra historia. Jóvenes totalmente comprometidos, y no solo una parte; esa parte de siempre.
De ahí a que el propósito de Puenzo no fuese únicamente el de salvar a la película de un material primitivo; sino de mostrárselo a las nuevas generaciones, para que sigan aprendiendo de ella y contemplen el rol que les merece en la historia. Porque como él mencionó en la conferencia, con el correr del tiempo la película atravesó diferentes reestrenos en donde cada vez espectadores menores que él y que los protagonistas dieron su testimonio. Ahora, se espera por la sensación que la película puede provocar en personas menores de treinta años.
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