La bella y la bestia
Sale Of Monsters And Men al pequeño escenario de Niceto en el contexto de sideshow de Lollapalooza: demasiadas personas, demasiado poco espacio. Pero eso no les impide a los islandeses arrancar el show con mucha fuerza: “Thousand eyes”. Nanna Bryndís Hilmarsdóttir es una especie de Björk de este siglo: mucha personalidad, movimientos lentos y calculados, acompañados de una voz que por momentos imita mucho a dicha cantante. Siguen “Empire”, “King and Lionheart” y “Black Water”.
Hasta el momento todo muy tranquilo, pero llega uno de los momentos más esperados por el público, el hit: “Mountain sound”, de su primer disco, My Head is an Animal (2011). Y por supuesto hay baile y energía, mucha energía. Entonces calman los ánimos con “Silhouettes”, el tema que la banda compuso para Los Juegos del Hambre.
Hasta el momento, el arranque había sido muy enérgico, pero se perdió un poco la esencia entre “Human”, “I of the storm” y “Love love love”. Una meseta en el show, algo que falló. Pero con “Crystals”, el público se reactivó. Nanna, acompañada por Ragnar þórhallsson, ambos fundadores y líderes de OMAM, recuperó algo que perdió y dejó algo muy claro: en esta banda son todos personajes, y de eso viven los shows.
Porque la música está muy bien, claro que sí. Son todos lindos temas, e incluso algunos son excelentes. Pero, ¿son un poco similares entre sí? Bastante, algunos casi iguales. Así que lo que falta de originalidad en algunas canciones, los islandeses lo compensan con una actitud que da escalofríos. Al mejor estilo de Arcade Fire (y todos, por supuesto, hijos de la E Street Band), la banda anima a todos, nadie es más protagonista que otro, son todas personalidades excelentes.
Entonces el setlist sigue con “Hunger” y luego una versión más rápida de “Wolves without teeth”, ambas de su segundo y último trabajo, Beneath the skin (2015). Y ahí llegó, la otra canción más esperada: “Little talks”, con la energía de un solo de trompeta hermoso y el público coreando en éxtasis. Así que para cerrar un show de poco más de una hora y cuarto, aterriza “Six weeks”.
Los bises los componen “Organs”, “Dirty paws” y “Yellow light”. Esta última es hermosa, casi utilizada como música de despedida y final de fiesta. La conclusión a la que se llega es que Of Monsters And Men, si bien son musicalmente agradables, le debe su carrera a ellos mismos y su forma de ser. El misterio está en por qué no supieron desplegar el mismo show en un espacio más grande y cómodo como lo fue dos días después el escenario del Hipódromo de San Isidro. Evidentemente, los gritos no suenan todos iguales, alguien avísele eso al que se le ocurrió “Little talks”.