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Los cinco grandes


Acreditarle a alguien el sinónimo de Beatle puede que haya sido en una primera instancia la simple medida de clasificar a quien fuera miembro de aquella banda emergente, supuestamente prometedora que eran los Beatles allá a comienzos de los 60’; eran cuatro sus integrantes y poco nos importaban sus nombres, de ahí su fácil etiqueta.


Pero en un segundo ruedo, cuando los Beatles se convirtieron en eso que todos conocemos, acreditarle a alguien ese sinónimo era ya más bien consagrarlo como a un músico exitoso. Formar parte de ese selecto grupo de no más de cuatro artistas no debía de ser tarea fácil. La vacante para el quinto Beatle siempre estuvo abierta, desde luego, pero jamás de manera vitalicia, ya que, insistimos, se requería de una responsabilidad enorme adjudicarse Beatle frente al inconsciente colectivo. No se podía, o no podíamos, nosotros, la gente, nombrar a alguien así tan a la ligera hasta el final de sus días.


El puesto siempre fue reinventándose. Fue Pete Best, fue Brian Epstein, fue George Martin. Dos de los integrantes de esta logia mágica y secreta nos abandonaron, cada uno en su debido momento, y otros dos quedaron (quedan) sin darnos una opinión al respecto de quien había pasado a planta permanente en esa empresa que fueron y que siguen siendo los Beatles. Fue nuestra la responsabilidad de elegir cuál iba a pasar a formar parte de los cuatro grandes como miembro inamovible, como quinto grande. Y ese candidato fue George Martin. Él fue un productor discográfico consagrado y el principal productor musical de estos, nuestros Beatles. Cualquier productor podría decirlo: la banda es el corazón de un disco y su productor, su cerebro. Pues eso fue George Martin: el cerebro y hasta la válvula, con esa responsabilidad de darle un orden, una armonía a una masa de talento siempre a punto de explotar, que eran los Beatles. Nunca fue suficiente plasmar tanta capacidad en no más de doce tracks por año. Debió ser enorme el meticuloso ingenio de este hombre, frio, como debe ser un productor, que supo cómo dirigir ese barco que eran tres monstruos como Paul, George y John (Y Ringo, tan simpático).


Sí, se nos escapó Martin, el quinto Beatle. O, por qué no, los Beatles, los cuatro compositores de los cinco Martins.

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