Back in Time
11.22.63, la novela homónima de Stephen King, tiene su adaptación en pantalla chica, en una miniserie de ocho capítulos producida por J.J. Abrams (sí sí, el mismísimo director de Star Wars ep. VII). 11.22.63, ¿les suena? 22/11/63 es la fecha en el que Harvey Lee Oswald asesinó al presidente de los Estados Unidos, John Kennedy. ¿O no? Acá entra a jugar con los hechos. ¿Se trata de una miniserie histórica? ¿Un policial? No exactamente.
Jake Epping es un profesor que llega a ese momento de su vida donde se da cuenta que nada sale bien. Se divorcia de su mujer, los adolescentes a los que imparte clases se interesan más por un pájaro que baila al ritmo del hitazo pop del momento que por las personas, quiere ayudar al conserje de la escuela pero las mismas autoridades educativas se lo niegan. Y para colmo, su mejor amigo, Al, tiene cáncer. ¿Pero cómo? Hace dos minutos estaba bien y ahora aparece más viejo y escupiendo sangre (no soy una experta en cáncer, pero cada vez que un personaje aparece tosiendo sangre, está jodido). Al se lo explica con pruebas irrefutables: lo obliga a meterse a un armario que está en su cafetería, Jake camina y camina, hasta que aparece en 1960. Las “reglas” son las siguientes: no importa cuánto tiempo pases dentro del armario, siempre que regreses al presente, habrán transcurrido dos minutos; alterar el pasado afecta al presente, hasta que vuelvas a entrar en el armario, entonces todo se reinicia, vuelve a ser el mismo día de octubre de 1960 y todo cambio que hayas hecho en incursiones previas, no existe más.
Al tiene una misión que no puede completar por su enfermedad y le pide a Jake que lo haga: que salve a Kennedy. Para eso, debe investigar quién fue realmente su asesino y detenerlo. Jake duda, y finalmente acepta, listo para embarcarse en un viaje de tres años en la década de los '60. El otro problema (como si fuera poco investigar a los sospechosos y principales figuras políticas del momento y salvar al mismísimo Kennedy), es que el pasado no quiere ser cambiado; cada vez que Jake está a punto de hacer algo que es sumamente importante para el presente, el pasado le envía señales, mensajes, que van desde un auto que casi lo atropella, hasta un incendio.
Protagonizada por James Franco, la serie no sobresale, ni para bien ni para mal en ningún aspecto. El actor, más conocido por sus roles en comedias, está bien en el papel. La realización es prolija, con una excelente ambientación lograda en todas las áreas (vestuario, fotografía, arte e incluso, la música propia de la década); estamos ante un primer capítulo que entretiene, pero que no llega a deslumbrar. El rasgo original que aporta es el viaje en el tiempo a través de ese portal, que además, no es inmediato, no aparece en la ciudad de Dallas el 22 de noviembre del 1963, listo para detener al asesino, sino que va a tener que trabajar duro: llegará un punto donde no podrá volver a empezar, donde no podrá resetear el pasado, porque si bien en el presente solo pasan dos minutos, el viajero sí es afectado por el tiempo real que transcurre y sería volver a perder varios años de su vida. El otro elemento que le aporta interés y del que esperamos haya más apariciones futuras, son las intervenciones del pasado. Son estos momentos que tienen el tono, el estilo retorcido y un tanto perturbador de Stephen King (como una chica muerta que de pronto habla y le dice “no deberías estar aquí”, o el ataque de centenares cucarachas que se le suben al cuerpo), cabe suponer que a medida que se acerque más y más a la fecha del asesinato, el pasado pondrá más complicaciones en su camino, arriesgando su vida y la de quienes lo rodean. Es inevitable preguntarse entonces, hasta qué punto Jake está dispuesto a dejar que el pasado tome revancha de sus acciones por un futuro que no sabe cómo va a resultar.