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Amy: Destino Freudiano


Dirigida por Asif Kapadia, conocido por su documental sobre la leyenda del automovilismo Ayrton Senna y nominada a los Oscars para recibir la estatuilla como mejor documental, Amy expone la personalidad de la cantante desde sus comienzos hasta la influencia de la máxima exposición por la explosión del éxito, compaginando letras de sus canciones con fotos que amplifican las sensaciones vividas en cada época.

Dos horas que van narrando el ascenso y declive de una mujer con carácter, tímida, alegre, llena de poemas adolescentes y con la suficiente audacia como para abrirse a un público ansioso por identificarse con muñecos rotos o por seguir cultivando mitos de vidas intensamente breves y muertes jóvenes con cadáveres bonitos. Amy se muestra adicta a proyectar una imagen potente para romper con una depresión que la acompañaba desde niña, al sentir el dolor del amor en la ruptura del matrimonio de sus padres. Encarcelada en la necesidad de escaparse para poder encontrarse, su mayor problema más que residir en las drogas se ubicaba en la dependencia de relaciones perniciosas, donde hallar inspiración.


La obra cinematográfica consigue detallar los pasos que recorre el singular estilo de sus composiciones junto con un bello vibrar en su voz, herencia de la pasión que sentía por la música jazz, en un camino representado por las voces en off de amistades, productores, familia y managers que la acompañaron desde la lozanía desprendida en su primer LP titulado Frank, hasta la recargada toxicidad de Back to Black. No resulta nada difícil ponerse en la piel de una joven y vulnerable artista que a los 23 años ya era parte de un show mediático y del honor de recibir un Grammy en 2008, por ser el mejor disco del año, cuando lo que más ocupaba su mente era recuperarse de la secuelas de una sobredosis y del ponzoñoso auxilio de Blake, el gran amor de su vida.


Las ganas de reponerse luchaban en su destructivo interior con sables que dejaban cicatrices llenas de culpabilidad mientras que, sus turbadas musas suicidas, insistían en la oblación del sufrimiento para poder acoger el don de la creatividad. Cada fotograma revela el permanente sabotaje de buenos momentos hasta enredarse en el inevitable melodrama de la vida, vetándose a si misma la posibilidad de disfrutar algo del brutal éxito, por una etiqueta de celebridad que la perseguía con cámaras, en cada uno de sus batacazos.


El valor de su autoestima está retratada en el film por las consecuencias que la fama va marcando en cada pisada de Amy, hasta conseguir destruir la confianza en su voz, la única herramienta que poseía desde pequeña para sanar un alma provocadora, sensible y ansiosa por conquistar nuevos retos.


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