Queremos tanto al under
El 2015 significó un año de múltiples lanzamientos desde y para el under y el 2016 se nos presenta también muy próspero. Pero es menester que comencemos a plantearnos qué significa este movimiento para todos nosotros. Si todos los meses las aplicaciones digitales reciben nuevas producciones, no es solo por el hambre de gloria de unos pibes que aman la música y se juntaron tocar.
Hay algo más. Existe una especie de mística entre los que toman la voz y aquéllos que se disponen a escucharla. Existe una mística por la que abrimos todos los links que nos envían desde las redes sociales, por la que tomamos cada folleto que nos dan en la calle anunciando alguna fecha, y por la que gritamos a los cuatro vientos el nombre de esa banda que nos voló la cabeza y nadie conoce.
Quizás este misterio no es tal y puede responderse fácilmente: nos gusta soñar. Y cuando escuchamos ese disco que nos pidieron que escucháramos, sabemos que estamos dejando que el sueño circule. Somos parte de la bicicleta que logra que todo siga andando y que nadie se quede en el camino preguntándose cómo pedalear.
Queremos mucho al under. Nos gusta entrar a un bar oscuro, tomar una cerveza y escuchar una banda que esta vendiendo sus discos autogestionados en la puerta. Nos fascina la autogestión. Nos fascina llenar la primera Trastienda. Nos fascina cuando la banda sale de la ciudad y vende sus primeras remeras a otros fulanos que son los pibes del barrio.
Es que los latinoamericanos estamos muy al sur y nos gusta lo que viene desde abajo. Nos gusta gritar bien fuerte para que nos escuchen desde arriba. Los sudakas somos así. Los sudakas somos el under y lo tenemos tatuado en la piel.
Queremos mucho al under porque nos gusta tocar la cultura donde ésta nace. Porque es multi-género o, más bien, es un género propio. Alternative rock, indie rock, rockabilly, rock argentino, cómo sea. Under. Y abrimos los oídos y despertamos la cabeza porque es under y es el género que queremos vivir.
Es importante que lo mantengamos vivo, y así, alcemos la voz ante los que creen que sólo podés tenerla si vendés mucho o tenés abultado el bolsillo. Los que crean, los que se deleitan; todos estamos gritando fuerte desde abajo. Esto es como un gran partido de fútbol en la cancha del barrio: ninguno es Messi, pero nos bancamos las patadas porque es eso lo que nos divierte, nos moviliza, nos completa.
Queremos tanto al under…
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