Detective de la ciencia
Elena González Ferreiro tiene uno de los trabajos más apasionantes que puede tener alguien en el universo. Y semejante afirmación no elije sus palabras de modo inocente. Elena, junto al equipo del proyecto Alice, busca reproducir cómo fueron los primeros instantes del universo luego de lo que se supone es el origen, el "big bang".
Ella es física teórica y reparte sus días entre España, Francia y Ginebra. En su despacho pasa sus horas ideando modelos que puedan explicar lo que pasa en el LHC, la llamada Máquina de Dios, el acelerador de partículas más grande del mundo.
Esta española de evidente pasión por lo que hace y de sonrisa siempre emergente, derrocha inteligencia. Sus palabras se pisan para explicar que “lo que parece que sucedió después del big bang es que no había átomos. Lo que había era un sopa de quarks y gluones, que es de lo que están hechos los protones y neutrones. Los avances que esperamos están relacionados con cómo es esta sopa".
Pero no sólo de la física vive la mujer. A la hora de escuchar música, elige al jazz. “No es una novedad decir que las matemáticas y la música se parecen. Pues la física, que tiene mucho de matemáticas, también es un arte, sobre todo musical. La física cuántica, la música, todo tiene bastante en común” dice como al pasar, y agrega “en cierta media hay belleza en los fenómenos físicos”.
Pero más que la música, le gusta la literatura (“Borges es un genio”) y el cine: “sobre todo el policial negro, pero lo que menos veo es ciencia ficción. No he visto Interstellar, por ejemplo”. Y no es raro que ese sea el género predilecto de alguien que actúa como una detective de la ciencia, un sherlock holmes que en lugar de buscar al asesino busca recrear el big bang. “Es cierto que la ciencia tiene mucho de indicio+prueba+deducción, o sea, de labor detectivesca”, dice y remata ”no creo que para hacer cine uno tenga que respetar las leyes de la física. Lo bueno del cine es que todo es posible”.
Del otro lado de la linea, promete volver a hablar cuando encuentre qué hubo luego del big bang, mientras se le adivina una risita. Mientras tanto, entre prueba y prueba, seguirá disfrutando de lo improvisado del jazz, los despachos humeantes de un detective en aprietos y las palabras de una historia de ficción. Porque allí, en la fantasía, lo irreal y lo inimáginado, tal vez, esté la respuesta que está buscando.