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Review: Operación Zulú


Jérôme Salle (El secreto de Anthony Zimmer, 2005) trae a la pantalla grande un nuevo thriller: Operación Zulú. Protagonizada por Orlando Bloom (El señor de los anillos) y Forest Whitaker (El mayordomo), la no tan nueva película del francés fue la encargada de cerrar el Festival de Cannes en 2013.

El brutal asesinato de una joven rica y blanca en Sudáfrica reúne a los detectives Ali Sokhela (Whitaker) y Brian Epkeen (Bloom), que a medida que avanzan en la investigación, descubren una nueva droga ilegal. Dicha sustancia, podría estar relacionada con la desaparición de niños en las zonas más pobres del país, así como también con la muerte de la mujer. Por su parte, Sokhela y Epkeen tendrán que luchar con sus demonios internos para resolver el caso, en esta atrapante historia de crímenes y venganzas.

La película abre con una secuencia en la que el pequeño Ali ve cómo su padre se quema entre llamas, en una Sudáfrica acosada por el apartheid. Sí, el film apunta mucho al lado más sensible del espectador, con imágenes de lo más explícitas. Se trata de una historia que mezcla presente y pasado, mientras sumerge al público en un drama que no se decide entre ser más policial o más político, y eso hace que por momentos la sensación sea de que falta algo.




La historia de Operación Zulú, a simple vista, luce como un thriller común y corriente. Y lo es. El argumento no aporta nada que no se haya visto antes. Pero cuenta con la ventaja de tener a Whitaker como el perturbado detective Sokhela, más que brillante, y a Bloom como un policía ebrio y corrupto, en una de las mejores interpretaciones de su carrera. Sin dicho dúo dinámico, la película no funcionaría tan bien, pasaría de largo, y lo más probable es que no hubiera cerrado Cannes.

Pero Whitaker y Bloom no son los únicos protagonistas. La ciudad en sí es un personaje más, de suma importancia. Denis Rouden fue el encargado de la fotografía, un habitué colaborador de Salle. La tensión entre pobreza y riqueza que acecha a Sudáfrica se ve reflejada más que bien, y gracias a ella es que el espectador puede adentrarse mejor en la historia.

Operación Zulú, con un sentido de la venganza muy parecido al de Montecristo, no logra aportar mucho al género. Como ya se dijo, resalta la dinámica de Whitaker y Bloom, y eso enriquece mucho al film. Aun así, se trata de un drama muy atrapante que dejara al espectador al borde del asiento durante las casi dos horas de duración.

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