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Volvieron los 90


“Pendulum”. “Low light”. “Elderly woman behind the counter in a small town”. Arranque tranquilo, íntimo, hermoso. Hasta que Eddie Vedder pregunta: “¿están listos?” y de lleno se mete en “Mind your manners”. Bienvenida sea esta mezcla de canciones viejas y nuevas, pacíficas y movidas, bienvenido sea Pearl Jam una vez más a Argentina.


Es la quinta vez que los oriundos de Seattle tocan el país: Ferro 2005 (dos fechas), Estadio Único de La Plata 2011, Costanera Sur 2013 y una vez más La Plata 2015. Se podría decir que ya son habitués a Argentina. Un dato curioso: es la primera vez que vienen en el marco de una gira de presentación de un disco: Lightning Bolt, un trabajo inmaculado que está a la altura de toda la carrera de Pearl Jam.


Aun así, hubo lugar para los clásicos más clásicos, como siempre. Cuando empezó “Once”, pocos fueron los que no saltaron. “Hace 25 años y un mes fue nuestro primer recital y queremos mostrar que ahora tocamos mejor”, anuncia Vedder, para embarcar a su banda en “Even Flow”. Cuando suenan temas de Ten, el primer disco de la banda, se genera algo entre el público que es difícil de explicar: una especie de sentimiento unificador.



Dicha emoción no se da porque sí. Eddie Vedder, Jeff Ament en bajo, Matt Cameron en batería y los guitarristas Mike McCready y Stone Gossard se conocen y se nota. Y no hay que olvidar a Kenneth Gaspar, el miembro más “nuevo” (forma parte desde 2002). La dinámica en el escenario está muy aceitada, es hermosa. Pearl Jam pertenece a ese raro tipo de bandas que están juntas hace siglos, al mejor estilo Bruce Springsteen y su E Street Band, o Neil Young y Crazy Horse. Hay algo muy reconfortante en verlos: si una banda se comprende y se nota, el público lo caza y se suma a este entendimiento común.


Con la compañía de un vino, Vedder y su banda bailan entre los 90’ y el presente. Una bella versión de “Sirens” hipnotiza, seguida por la movida “Grievance”. El líder de Pearl Jam, carismático como de costumbre, apela a su ternura y a la del público antes de cantar “Daughter”: “Vi a una nena, debía tener unos diez años. Tenía una remera negra, me hizo acordar a mi hija. Agradezco a los padres por haberla traído”. Unos temas más, y la primera parte del recital termina muy arriba con “Rearviewmirror”.


“Footsteps” abre los bises, un tanto inesperada, pero así es este recital de Pearl Jam: impredecible. Así que Vedder continúa, con una hoja de machete en mano: “esta canción es para alguien que en octubre habría cumplido 75 años”, y comienza “Imagine”. Primer cover de la noche, innecesario (de tantas canciones de Lennon, ¿por qué elegir la más conocida y obvia?), pero lo cierto es que incluso aquellos no tan conocedores alzaron su celular (y algunos noventosos, los “fans originales”, sus encendedores) y acompañaron con lucecitas.


Siguen Corduroy y “I Believe in miracles”, de los Ramones pero ya una marca registrada de Pearl Jam. Y de vuelta a Ten con “Jeremy y “Porch”: la primera no es propiedad de la banda, pertenece al público, Vedder no canta el estribillo, sino que sus espectadores se adueñan de él, y el sentimiento unificador está más presente que en cualquier otro momento del show; la segunda funciona como revancha por no haber podido tocarla en 2013 y como un segundo cierre espectacular.


Alto, todavía hay más, que 25 temas para estos tipos no es nada. Quedaban todavía 8 canciones. Si esperaban un “Rockin’ in the free world” con “Yellow ledbetter”, estaban equivocados. Primera sorpresa de la tercera parte del show: Eddie Vedder y un cartel de “Ni una menos”. “Leaving here”, de Edward Holland Jr., sigue “Better man”, que siempre resulta ser una de las más coreadas, y luego “Red mosquito”.



Comienza “Black”, que es perfecta. Y con “Blood” de por medio, una más de Ten: “Alive”, para mostrar que están más vivos que nunca, y enganchada a ésta “Baba O’ Riley”. La mejor sorpresa de la noche: cuánta fuerza tiene que tener una banda para lograr que un cover emocione como lo hizo esta canción de The Who. Pearl Jam se tiene una confianza enorme. Y es tanta que, en lugar de finalizar con la típica “Yellow ledbetter”, se aventuran con “Indifference”, de Vs. Un setlist brillante.


Si hay algo que quedó claro ayer por la noche en un Estadio Único lleno, es que Pearl Jam sabe cómo hacer buenos recitales. La familiaridad que tienen entre ellos se refleja en lo hipnotizado que queda el público. Embarcar a tantos espectadores en un viaje de tres horas no es fácil, pero Vedder lo logró, y su arma más poderosa no es su carisma, sino que es su banda. Pearl Jam es inoxidable. “Nos vemos el año que viene”, dice el líder. Ojalá sea así, siempre serán bienvenidos.

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