Es la octava maravilla
Octafonic cerró el año en un Niceto repleto de electrónica, sudor y preguntas retóricas.
Mientras la gente comenzaba a llenar el Niceto, con Andrew Rangell de fondo generando un contraste entre la música y el público, los protagonistas se hacían esperar, incluso llegando a desesperar a algunos fanáticos que reclamaban la aparición de los músicos. Y ahí estaban, el grupo de jazz mas rockero y el grupo de rock mas jazzero de la argentina, el octeto de nueve miembros, Octafonic. Vestidos de gala y sin mucho show de presentación, se dispusieron a comenzar el recital con “Mistifying”, la perfecta fusión de electrónica con las bases fundadoras del jazz, con un público enmudecido durante los primeros minutos para luego soltarse en bailes y saltos al ritmo de la música.
Los brillantes fraseos entre la guitarra de Hernan Rupolo y los tres vientos englobaban el retorcido funk “Plastic”. Luego, desde el Fender Rhodes, Sehinkman climatizaba Niceto con psicodelia para dar pie a “Love”, al ritmo de un corazón en potencia y un sonido con orientación industrial. Por momentos, coaccionados por el ambiente que ellos mismos generaban, era necesario arrodillarse frente a la música, y así lo hacían casi con complicidad Sorín, Rupolo y Fernández, gozando el gran show que le estaban brindando al público.
Tras un emotivo “I’m Sorry” y la presentación de una de sus nuevas canciones, “Adios”, llegó el momento del tema más esperado por todos. “Monster”, más allá del mensaje conceptual de la canción, realmente causa que todos suelten el monstruo que llevan dentro, con la melodía de los vientos y la base intrincada que compone al tema. Después del trance de euforia y la presentación por parte de Sorín de cada uno de los miembros del grupo, llego “Wheels” con la sorpresiva pero no extraña aparición sobre el final de Lula Bertoldi de Eruca Sativa, para contribuir y formar parte del show.
“Vamos a bailar un poquito” dijo Sorín antes de iniciar la canción instrumental “Dance” con los sintetizadores absorbidos por el aura de la electrónica. La gente siguió el consejo del líder del grupo con bailes y tímidos pogos. Luego, los Octafonic se quitaron los trajes para encapucharse y oscurecer aun más la noche con “Minibuda”, una mezcla de rap con hardcore y el ya característico estilo del conjunto. Llegando al final del concierto, tras un solo funky con wah wah y whammy de Rupolo y un magnifico solo de batería por parte de Piazza, Octafonic cierró la noche con “What”, un delirante pero pegadizo tema de preguntas retóricas, para así concluir su ultimo show de este 2015 y despedir con aplausos un exitoso primer disco como fue “Monster”.