top of page

Belle And Sebastian: Las chicas (y chicos) quieren bailar

Un Gran Rex lleno recibió a Belle and Sebastian con un ¿cálido? aplauso desde sus asientos. Ni “Nobody’s empire”, primera canción del último disco de la banda, Girls in peacetime want to dance, pudo despegar al público de sus sillas, sin contar a unos pocos valientes de platea. Hizo falta que el carismático Stuart Murdoch se parara del piano y metiera de lleno a su banda en el clásico “I’m a cuckoo”: nadie siente timidez, todos parados, todos bailando. Empezó el show.


Al mejor estilo Pet Shop Boys, comienza “The party line”, otro tema del último disco de los escoceses: el mismo Murdoch, con llamativos pantalones plateados y divertidos pasos de baile, recuerda a Neil Tennant y Chris Lowe. Es que la última obra de Belle and Sebastian se vale mucho de un sonido más electrónico y no tan clásico del grupo. “Dog on wheels” aterriza y es claro que el modus operandi del show será el de clásico-nuevo de forma constante: acústico y galvánico conviven en armonía.


Hay una pantalla atrás de los músicos, que muestra imágenes y juega con la estética del espectáculo de forma armoniosa. En ésta, aparece una mujer rubia, la misma que está en la tapa de Girls in peacetime want to dance y anuncia que la siguiente canción habla de sexo, otras cosas y sexo: “Seeing other people”. Continúa “Perfect couples”, y a esta altura ya nadie está en su silla.


Murdoch anuncia que todos pueden sentarse si gustan, porque después de tanta movida, “We rule the school” amerita un ambiente más calmo e íntimo. El público queda hipnotizado, sumido en una emoción común. Bajo este efecto, la dulce y suave voz de Murdoch se aventura sin acompañamiento con “The stars of track and field”, para que luego la banda se sume y forme una versión más parecida a la de BBC Sessions que la original.


“¿Qué pasó en los últimos cinco años? ¿Alguien se casó? ¿Alguien tuvo un bebé? ¿Alguien consiguió su trabajo soñado?”, interrumpe Murdoch. Claro que el líder de Belle and Sebastian iba a hacer preguntas sobre relaciones, necesita material para escribir sobre amor. Queda más que claro que Murdoch es el centro, pero no está solo: allí atrás están Chris Geddes en teclados, Mick Cooke en trompeta y bajo, Bobby Kildea en guitarra y bajo, y Richhard Colburn en batería; a su derecha se encuentra Stevie Jackson, con su simpatía, su guitarra y su tan reconocible voz; y a su izquierda una tímida y casi ninguneada Sarah Martin, que toma protagonismo solo en “The power of three”. No, llenar el espacio de Isobel Campbell no debe ser fácil.


“Piazza, New York catcher” es una de las canciones más famosas de Belle and Sebastian(el soundtrack de La joven vida de Juno algo tiene que ver), así que Murdoch cuenta que ésta nació cuando él conoció a su esposa y estaban en la etapa de chamullo, sexo y largas conversaciones en la cama. Así que para cantarla, el líder se baja del escenario, camina entre la platea y cautiva a cada espectador. Después de todo, se nota que es lo que mejor sabe hacer: hablar de amor y jugar al juego de la seducción.



​​Para “The boy with the arab strap”, otro hit si se quiere, suben más o menos 15 personas del público: a bailar, a cantar, a disfrutar entre una de las bandas más simpáticas del momento, sin discusión alguna. Se quedan también arriba para “Legal man” y luego bajan. Murdoch anuncia que van a tocar una de las primeras canciones que grabó con Belle and Sebastian, cuando estaba en el comienzo de todo: “The state I am in” y habría que haber brindado con whisky y gin por lo que fue este hermoso espectáculo.


Llegan los bises. Las personas piden canciones y alguna chica grita “Lazy line painter Jane”, y Murdoch se alegra porque cuenta que nunca tienen pensado tocar las que el público quiere, pero que esta muchacha acertó. Y para el gran final, “una para cantar todos”, dice Stuart (porque a esta altura ya hay confianza): “Get me away from here, I’m dying”.


Las chicas (y chicos) están en tiempos de paz, y quieren bailar: Belle and Sebastian, con esas letras tan juguetonas e ingeniosas, con esas melodías tan reconocibles y tan propias, con esa dinámica tan bella, hacen que todos muevan el esqueleto. Ellos cumplieron con su deber, que fue el de tocar canciones para liberar el alma. Play me a song to set me free.

Follow Us
  • Twitter Basic Black
  • Facebook Basic Black
Últimos posts
bottom of page