Reseñas: Los Espíritus- Gratitud
Al poner play, un rasgueo de la guitarra a tempo moderato enciende la hoguera, y alrededor de ella comienzan las danzas magnéticas de las notas sobre las brasas del rock, provocando el incendio interno del alma y dándole la bienvenida con cierta gratitud a los espíritus.
Con guitarras eléctricas partidas por un trémolo insaciable, ritmos que acompañan el ritual, casi como una banda sonora del desierto, Los Espíritus en “Gratitud” se alejan de delirios cómicos como “Lo echaron del bar” para acercarse a delirios más profundos y conceptuales, con letras supeditadas al mundo de la naturaleza como en “Alto Valle” o notas de viaje con un toque de blues en “El Perro Viejo”.
La canción “Gratitud”, fiel a un viejo y peludo Pescado Rabioso, se encarga de dividir el disco para abandonar una primera parte de psicodelia y ritos para adentrarse en un viejo blues que hace recordar a una generación de jeans rotos y gastados, cabellos largos y el espeso humo de los infinitos cigarrillos, en tiempos de electrónica, chupines de colores vivos y conciertos por smartphones.
El ritual finaliza como empezó, el rasgueo de una guitarra acústica y los fraseos continuos de otra guitarra ahogada dentro de una base de western y un desierto poblado únicamente con batería y percusión, terminando así el encuentro altamente recomendado, con Los Espíritus.